Esta historia, cuyo ultimo y primer capìtulo se escribe hoy, está dedicada con todo el afecto a Marie, Linda, Patricia, Michael, Natacha, Genesis, Fabiana, Jesus, Esteban, Gastón, Efuka, Nahuel, Irene, Leonardo, Katharina, Rinche, Victor, Margot, Albert, Yunieski, Marcelo, Alan, y por supuesto a mi querido Camilo.
Para mí ese día, era nuestro día, no me preocupé mas por el tema del tiempo, eso quise, pero de repente veo que un compañero recién estaba llegando al lugar donde nos íbamos a presentar, estaba comenzando a maquillarse, y más allá otra le pidió al marido que le comprara algo para comer porque tenía hambre, ya me daba era risa. Yo estaba solo observando, buscando material para estas líneas, cada vez que pestañeaba, tomaba una foto que quedaba grabada en mi cerebro, tal como lo hizo Remy Girard, en la hermosa película franco-canadiense Las Invasiones Bárbaras, por favor véanla si aun no lo han hecho.
Volvamos al tema que nos ocupa: Luego supe que el tema de maquillarse a las corridas forma parte de la murga, me enteré de casos de compañeros que se maquillaron tras el telón cuando ya los estaban presentando. No sé si mi corazón soportaría algo así, pero, quién soy yo para romper ese esquema? A decir verdad, el vértigo de vernos todos con la esponjita, dibujándonos estrellas de Uruguay o Venezuela, solo por mencionar dos países, me gustó, si me gustó. Es Mister Hyde quien habla.
Ya estábamos listos! El amigo cubano maquilladito, y mi amiga satisfecha con el almuerzo que su esposo mimoso le trajo.
Caminamos unos 80 metros, todos nos miraban y señalaban, sonreían con nosotros. Llegamos al lugar y todavía faltaba al menos media hora para nuestra presentación, respiramos y empezamos a tomarnos fotos, Camilo nos daba algunos tips de ultima hora de los cuales nadie se acordó, pero igual no hizo falta, la mágica energia que se respiraba difuminó cualquiera de nuestras novatadas.
Saludé a algunos compañeros de clase y a mi familia, curiosamente los miraba pero no los veía, yo me sentía en otra dimensión, Hacía calor pero no nos importaba, sólo pensé: "No puedo creer que estemos aquí, que muy seguramente cada quien tiene alguna razón para llorar, pero aqui estamos, riendo a carcajadas y atacados por los,paparazzis como si fuésemos apellido Kardashian".
Cuando empecé a ver como ponían los micrófonos y preparaban las escenografía para nosotros, ahí si me asusté. Eran 10 micrófonos para nosotros y uno para nuestro director que siempre nos apoyó en voces cuando lo necesitamos. De nada valio el ensayo en la calle, cuando nos llamaron estábamos tras bastidores y todos miramos a Camilo con cara de "ayúdanos", el dijo "ya nos llamaron!" y corrimos, fue bastante cómico, aunque sabemos que eso no debe volver a pasar.
No sé por donde entró al escenario, con un talento inhato Nahuel saltó e improvisó nuestra historia y fuimos subiendo uno a uno. Efuka tambien hablo de la importancia de la migracion, como una oportunidad para renacer y no como una manera de morir, emotivo y amoroso como es él, tiene el corazon del tamaño de un elefante.
Ya estábamos todos arriba y bailábamos sonrientes, de repente, el silencio, en segundos comenzaron las instrucciones de nuestro director.
Cuando me di cuenta tenia un micrófono para mi sola, yo me queria morir del miedo. A mi lado, estaba mi muy querida amiga uruguaya Patricia, para que no me vieran del público, yo le daba golpecitos en la mano, me acerqué y le susurré disimuladamente al óido: "Ptsss ptsss Patricia, no me dejes sola con este micrófono". Ella me escucho pero ya estaba en posición, mire al otro lado y también, todo el mundo listo. En mi vida habia cantado yo con un micrófono, morí de risa, y de nuevo abrí los brazos para saltar al vacío.
Es que si no les muestro las fotos no me van a creer, agarré ese micrófono como si yo fuera Luis Miguel, en sus buenos tiempos. Canté bailando como si tuviese la resistencia cardiovascular de Usain Bolt.
Cantamos y cantamos, nuestra hermosa cancion nos salió del alma, la gente nos seguía con las palmas. Nuestro director tuvo la genial idea de cerrar bajando del escenario y mezclandonos con la gente, al ritno de una cancion sumamente popular, nos mimetizamos y el publico cantó con nosotros, no pudo ser mejor.
Al finalizar, los aplausos nunca jamás en la vida los voy a olvidar. Los de mi hija me llegaron al corazon, pero los de todos aquellos que no conozco, efusivos, espontáneos, me dijeron que valió la pena el esfuerzo, que para nosotros no fue esfuerzo, fue un inmenso placer. Todos, nos abrazamos, unos con lagrimas (yo) y una emocion que no nos cabia en pecho.
Si quieren una nota surrealista, les comento que nuestras pertenencias estaban en un transporte oficial, otro, no el del gentil señor que casi enloquecimos, este era un flete de carga en el que se trasladarían los trajes para ser devueltos. Yo estaba tan feliz tomándome fotos con gente que no conocía, conversando con mis nuevos fans, lo cual sería impensable en mi país, donde eso de "no hables con extraños está vigente hasta los 90 años". El tema logístico se me olvidó.
De repente veo a alguno de mis compañeros ya vestidos con su ropa y con sus pertenencias, camino a su casa y yo todavia estaba de traje y sombrero. Ejecuté una carrera por el medio de la calle detrás de aquel transporte. Los muchachos me apoyaban gritándole y silbándole. Como el 24 de noviembre yo era Usain Bolt pude alcanzar el flete en 4 nano segundos. Pero por favor piense y momento en la imagen y muera de risa. Me entregaron mis cosas y devolví el traje.
Ya poco a poco el cuento de hadas iba finalizando, comencé a sentirme un poco triste, me quité el traje y sentí como que perdí el poder, algo muy infantil, pero a la vez me mostró el sentido de pertenencia que tengo con toda esta realidad, quería decirle al chofer: "señor no le voy a dar mi traje, usted no tiene idea lo que significa para mi".
Como lección, me llevo que la murga es un asunto de mucha disciplina, es un modo de vida, es un lente para ver la realidad, con un discurso vertical y frontal pero siempre amoroso, que puede llegar a tener la candidez de un niño.
A katharina le dije "si lo hubiese soñado no sale tan perfecto", solo eso le dije verbalmente, pero por dentro le dije: "Esta es una historia que comienza a escribirse, acaba de finalizar el primer capítulo"
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