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Mostrando entradas de noviembre, 2018

Empezamos a construir, los ensayos.

No había vuelta atrás, ya estábamos adentro, me sorprendió enormemente la convocatoria y la puntualidad de todos los que estábamos llamados para aquella hermosa actividad. No sabíamos que iba a salir de allí, solo que teníamos que remar en el mismo sentido, y eso hicimos. Creo que solo el primer ensayo fue algo “acartonado”, nos despedimos y cada uno se fue solo por su camino, quizá alguna que otra pareja acordó acompañarse para cuidarse de la inseguridad que está comenzando a azotar a esta hermosa y noble ciudad. Con el correr de los domingos ya éramos amigos, nos hacíamos bromas pesadas, todo el mundo conversaba y compartía el mate. Camilo, nuestro director artístico, supo encontrar el balance entre la “joda” y la disciplina del ensayo, de tal manera que terminábamos siempre felices, pero cansados y con la sensación de que éramos distintos al domingo anterior. El lugar físico donde ensayamos, quizás hubiésemos querido que fuese más grande, más cómodo para la actividad, pero l

El primer encuentro. Un organismo pluricelular

T al y como cu ando va a comenzar una fuerte tormenta, empezaron a caer, una a una, gotas de gente. La diversidad era la característica principal: el tímido, el que no paraba de hablar, el serio, el nervioso, el sereno, pero todos con la duda troquelada en la frente:  - Hola, ¿es acá lo de la murga? Lo divino es que como aquel lugar inspira ser "la casa de todos", el sentido de pertenencia está en el aire, el que llegaba se saludaba, se sentaba y conversaba como si fuésemos amigos desde años, ni remotamente nos enterábamos aún que estábamos empezando a serlo. Yo observaba continuamente, trataba de descifrar los roles de cada quien allí. Poco a poco lo fui logrando, el goteo de personas y al menos una decena de conversaciones activas, independientes una de otra, me hacía el trabajo difícil.  Finalmente pude identificar un grupo de hombres jóvenes, con toda la pinta de músicos, además del mensaje corporal, andaban con instrumentos musicales, me dije: - "ok, apar

La Asociación. El comienzo de la historia

La puerta era muy angosta, se me hizo difícil meter mi bicicleta, traté de no hacer ruido, ni hacerle daño a nada, mi vehículo es muy grande, en todo caso, desde afuera solo percibía el silencio. Al fin, lo logré, me recibe un pasillo no muy largo que daba a un patio central, aquello era un lugar que sugería un pasado en ruinas y que hasta ahora se le había puesto mucho más amor que dinero. Todo estaba en su lugar, limpio, ordenado, parecía un cuadro hecho con una pincelada de cada quién. Sillas de todos los modelos y colores, vasos y tazas de diversos modelos, un cartel que recordaba ciertas normas, wifi libre como debería ser siempre y una soledad que me llenó de dudas. Escuché voces que provenían de un salón contiguo, había llegado yo a la Asociación Idas y Vueltas, una organización que se encarga de dar apoyo a inmigrantes en situación de vulnerabilidad. Para mí el tema de la inmigración me es muy sensible y me afecta emocionalmente, porque yo soy una refugiada, no lo soy juríd