No había vuelta atrás, ya estábamos adentro, me sorprendió enormemente la convocatoria y la puntualidad de todos los que estábamos llamados para aquella hermosa actividad. No sabíamos que iba a salir de allí, solo que teníamos que remar en el mismo sentido, y eso hicimos. Creo que solo el primer ensayo fue algo “acartonado”, nos despedimos y cada uno se fue solo por su camino, quizá alguna que otra pareja acordó acompañarse para cuidarse de la inseguridad que está comenzando a azotar a esta hermosa y noble ciudad. Con el correr de los domingos ya éramos amigos, nos hacíamos bromas pesadas, todo el mundo conversaba y compartía el mate. Camilo, nuestro director artístico, supo encontrar el balance entre la “joda” y la disciplina del ensayo, de tal manera que terminábamos siempre felices, pero cansados y con la sensación de que éramos distintos al domingo anterior. El lugar físico donde ensayamos, quizás hubiésemos querido que fuese más grande, más cómodo para la actividad, pero l